Escrito por Lucía Muñoz Sandoval.

Lo que triunfó con la destitución de Harald Beyer fue la injusticia, porque cuando, en una corte se presenta libremente los argumentos de una defensa, y se refuta cada uno de los puntos que se le imputan a un acusado,  salvo raras excepciones, lo que triunfa es el buen juicio y la sensatez. Eso no fue lo que ocurrió, ayer, en el senado de la república. Lo que ocurrió fue la derrota del sentido común y de la honra. No podemos, como sociedad, permitir que las personas que dicen representarnos, invoquen razones estrictamente políticas para juzgar, fuera de todo margen de raciocinio lógico y sensatez a una persona que, dignamente, es capaz de presentar y defender su caso a toda prueba.

Demás está decir que el ahora destituido ministro, refutó todas y cada una de las pruebas presentadas en su contra. Que jamás se estableció una figura jurídica clara que ameritara siquiera seguir adelante con dicha acusación. Que en ningún momento, ni los senadores ni los diputados de la concertación, con excepción de Patricio Walker, sopesaron los argumentos presentados por la defensa y que, finalmente, no se falló en derecho, sino que se falló en una base a una figura jurídica inexistente, y que no resiste mayor análisis, que no es otra que la figura de la mezquindad y la deshonra y  el descrédito de la clase política. Lo que ocurrió anoche en nuestro senado, en el lugar en donde se supone que todos los ciudadanos conscientes y pensantes de la república son representados, no es más que una de las tantas muestras de lo que la gente, nuestro pueblo de Chile, odia de la política: el sentido de la conveniencia y del abuso de poder.

La Concertación, segura de su victoria en la votación, tuvo la oportunidad de hacer un fuerte voto de reproche al ministro y a la derecha, y decidir absolver a Beyer, con ello habría dado una señal al país de que está clara en no volver a permitir jamás el lucro en las Universidades, y, al mismo tiempo, demostrar en hechos su autocrítica por la debilidad de sus ministros de educación frente al irracional crecimiento y enriquecimiento en torno a las universidades; gran parte de Chile sabe que personeros de la Concertación han obtenido  beneficios económicos de las Ues. privadas que lucran claramente, por ello la gran mayoría de la gente, me atrevo a decir como observadora consciente -mayoría que no se expresa por twitter-, considera como un oportunismo levantar esta acusación, la gente puede  perdonar pecados, pero no perdona  que un pecador tire piedras a otros por sus mismos pecados, es tan elemental y de sentido común.

No podemos olvidar que para el gran proyecto de la Educación Chilena, se necesitará de ciertos consensos y Beyer es de sus mejores interlocutores, no fue razonable haberlo expuesto a la humillación de ser destituido; a ello se agrega que colaboró lealmente desde sus ideas con Comisiones de los gobiernos de la Concertación, absolverlo era un acto de  coherencia  respecto de la valoración de los adversarios en el debate de las ideas.

Es por esa razón que yo llamo, más que como precandidata a diputada por el distrito 33 o líder social, sino que como mujer educadora y como un miembro más de esta sociedad, a todas las personas humildes, trabajadoras, sencillas, honestas que son parte de esta patria hermosa llamada Chile, a que alcen una vez más su voz y den la espalda a aquellos representantes que un día cualquiera, dejaron de pensar en los intereses de la mayoría para comenzar a pensar en los intereses propios, poniendo la cuota de poder que todos les entregamos en manos de lo que unos pocos piensan y desean, pues no ha existido en mucho tiempo, un ministro más idóneamente capacitado para el puesto como Harald Beyer, ni otra persona más honesta y trabajadora como él en el cargo que hoy se le ha resignado injustamente.

Ha perdido la educación. Ha perdido, una vez más, la política entera y su credibilidad. Ha perdido Chile. Y ha perdido, a mi modo de ver, la verdad, la honradez, y la justicia.