LA GENERACIÓN OLVIDADA: PERSONAS MAYORES QUE ENTREGARON MUCHO Y AHORA NO RECIBEN NADA

Por: María Fernanda Ahumada Alvarado
Estudiante de Servicio Social
IP Santo Tomás sede Rancagua

Cuando nos referimos a las personas mayores, siempre existe un sentimiento de nostalgia.

Recordar aquellos momentos en que existió un disfrute de la vida con la simplicidad que ellos nos entregaron; juegos, risas, retos, enojos y tantas otras cosas que en un momento no éramos capaces de valorar. Ahora que no están o que los hemos olvidado, cobran valor en nuestras vidas.

La vida de las personas sin duda cambia a medida que pasa el tiempo, pero ¿qué podría hacer la diferencia para que este cambio no se transforme en soledad? Está claro que la diferencia la podemos hacer nosotros. La compañía y apoyo que podamos brindar, por mínimo que sea, podría cambiar la calidad de vida de nuestras personas mayores, porque son nuestros, pero a medida que pasan los años los hacemos cada vez más invisibles. No somos capaces de ver más allá de nuestros ojos y de nuestras propias necesidades, que por cierto son cada vez más grandes. Y así como crecen nuestras necesidades, debemos darnos cuenta que, con mayor razón, crecen las de ellos.

En una sociedad como la nuestra, en donde llegar a la cuarta edad se transforma en miseria y lástima, debemos entender que el gobierno no es el único culpable. Éste tiene la responsabilidad de implementar políticas públicas acordes a las necesidades de cada uno de ellos, pero ¿será suficiente?, ¿será esta carencia solamente económica?, ¿será realmente culpa solo del gobierno de turno que cada uno de nosotros se independice y se olvide de lo valioso de la familia? La respuesta creo que cada uno la conoce.

Muchos de nuestros padres saben que tendrán una baja jubilación y parece no preocuparles tanto, es más, muchos no conocen las políticas públicas que existen en nuestro país, pero sí les preocupa quedarse solos o ser dependientes. Tenemos un gran desafío con ellos. El abandono pasa por nosotros mismos. Dicen que lo más difícil es asumir que estamos equivocados, el día en que seamos capaces de hacerlo, comenzaremos a pensar en ellos, pero no como una carga, sino como una grata compañía para entregarles todo el cariño que nos dieron cuando lo necesitamos.

Nuestras personas mayores son los sabios, la voz de la experiencia. Aunque los tengamos abandonados, ellos piensan todos los días en nosotros. Ellos nos han entregado mucho ya, y es hora de ampliar nuestro horizonte y mirarlos con cariño. Es hora de que nuestra forma de pensar cambie, pero un cambio real con hechos, enseñarles valores a nuestros hijos y recalcarles que nunca se deben olvidar de sus padres ni de sus abuelos, porque todos llegaremos a esa edad y a nadie le gustaría sentirse abandonado por sus propios seres queridos.

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